Cuentan que en este barrio un hombre niño solía andar con su guitarra fuera del tiempo iba cantando por no llorar. Dicen que con su espada siempre vencía al malhumor con su sonrisa de cascarudo que va esquivando el pisotón. El que siempre rompió la red, el que nunca desanimó, el amigo de los amigos, el hombre niño siempre jugó. Si era un hombre que no creció o era un niño como un mayor pero siempre le daba al mundo una ramita de su color. Cuentan que el hombre niño tenía un niño en su interior y que había otro que correteaba como un carpincho a su alrededor. Dicen que con su amada pudieron ser más que el tibio sol que se bailaron la chacarera torcida juntos sin tropezón. Era un mago de la ilusión un reloj que se le olvidó y se fue sin pedir permiso para ser siempre del corazón. En el barrio suena su voz carcajadas que nos dejó ha de ser una extraña suerte para el que alguna vez lo cruzó. Cuentan que el hombre niño diez mil hazañas él realizó logró repartir la infancia en treinta años y una canción. Dicen las viejas brujas que hasta las piedras el hechizó que se convirtió en guitarra y a todas las niñas le cantó. A las flores de su jardín por las que él tanto bregó para darles una escalera y una ventana para el amor. En un viaje el niño vio que era mucho su resplandor y se fue a pintar las estrellas, una muequita… les dibujó.