¡Hoy canta la tierra, retumban las praderas,

porque Vicente sigue vivo en nuestras venas!

Nacido en el campo donde el sol forja leyendas,

su voz era un trueno que rompía las penas.

Charro valiente, de alma inmortal,

su canto es bandera de un México leal.

Sus botas dejaron huellas en la tierra dura,

y su voz sembró raíces en la cultura.

Del palenque al mundo, su nombre quedó,

como un faro eterno que nunca apagó.

¡Ay, Vicente, voz del mariachi!

Eres el canto que nunca se apaga aquí.

El charro del pueblo, el rey del amor,

tu música es fuego que abriga el corazón.

Con traje bordado y sombrero en la frente,

cantaba a la vida con un alma valiente.

\"El Rey\" en su canto, \"Volver\" en su piel,

su legado es oro, un tesoro fiel.

Con tequila y guitarras, su voz era ley,

sus notas volaban como un ave en el rey.

Cada lágrima que dejó en su canción,

es un verso eterno en el alma de la nación.

¡Ay, Vicente, voz del mariachi!

Eres el canto que nunca se apaga aquí.

El charro del pueblo, el rey del amor,

tu música es fuego que abriga el corazón.

Dicen que el viento lleva su voz,

que resuena en las noches como un rezo a Dios.

Vicente, el gigante, jamás morirá,

su eco en los cielos por siempre estará.

¡Ay, Vicente, voz del mariachi!

Eres el canto que nunca se apaga aquí.

El charro del pueblo, el rey del amor,

tu música es fuego que abriga el corazón.

Que lo cuenten los mariachis bajo el lucero,

Vicente Fernández, el charro eterno.

Entre trompetas y guitarras quedó,

su espíritu canta donde el sol se posó.