Julia Pt. 1-文本歌词

Julia Pt. 1-文本歌词

Daniel Donamaria
发行日期:

Julia

Nueva York me parecía cada vez más ajena. Por eso la muerte de mis padres aceleró el regreso al país. Y volví al pueblo donde nací después de veinte años porque lo cierto es que nunca había regresado.

Estaba muy cargado de nostalgia, viví ese tiempo con una intensidad tal, que me parecieron sólo semanas.

Mi mujer no estaba muy de acuerdo, pero yo me había decidido a radicarme en mi país para poder espaciar las giras y los conciertos. A mi hija le costó un poco más aceptar la idea del cambio ya que apenas hablaba castellano. Había terminado la escuela primaria y dejaba toda su vida en la ciudad en donde había nacido.

Al llegar al pueblo le pedí a mi hija que se quedara conmigo algunos días, no quería quedarme solo y Julia, mi hija, accedió.

Mi mujer se fue en el auto esa misma noche a la capital. Apenas nos habíamos reunido con unos primos y poco más porque, como siempre, ella se encargaría de todo: conseguir casa en la ciudad y tramitar todo lo necesario para mi cargo en el Conservatorio. Era una fantástica abogada que hablaba cuatro idiomas, entre ellos, y con mucha fluidez, el castellano. Por eso tomaba todas las decisiones, como la de llevarse el auto ya que mi hija y yo no íbamos a necesitar ningún transporte aquella semana. Si era necesario, alquilaríamos dos bicicletas.

-Mañana podemos pasear un poco, si querés. Recorrer el pueblo, ir hasta el río. ¿Te parece?

Julia asintió con la cabeza mientras comía su porción de pizza. Yo le había prometido que cocinaríamos juntos, pero estaba muy cansado y le pregunté si no podíamos postergarlo para el día siguiente. Ella dijo que sí, aunque de mala gana.

-¿Querés helado?- le pregunté cuando terminamos de comer.

-No, thanks. May I go to sleep?

-Claro. Vas a usar mi pieza.

Mis padres apenas habían modificado nada. Y mis parientes se habían encargado de mantener la casa en orden todo este último año. Sólo tuve que cambiar las sábanas blancas por unas con floreadas para mi hija y quitar el cuadro de Mozart. Acomodé las telas que ella había traído para pintar, los óleos y los pinceles, el bastidor, junto al escritorio. Cuando abrí el placard para guardar la ropa de Julia, encontré una caja de cartón con todas las cartas de Paula. Tomé con cuidado esa caja, como si se tratara de un tesoro: no podía creer que todavía estuviera allí.